jueves, 30 de mayo de 2019

Felicidad

Soneto del vino (Jorge Luis Borges) ¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa conjunción de los astros, en qué secreto día que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa y singular idea de inventar la alegría? Con otoños de oro la inventaron. El vino fluye rojo a lo largo de las generaciones como el río del tiempo y en el arduo camino nos prodiga su música, su fuego y sus leones. En la noche del júbilo o en la jornada adversa exalta la alegría o mitiga el espanto y el ditirambo nuevo que este día le canto Otrora lo cantaron el árabe y el persa. Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia como si ésta ya fuera ceniza en la memoria. poemas de felicidad El remordimiento (Jorge Luis Borges) He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz. Que los glaciares del olvido me arrastren y me pierdan, despiadados. Mis padres me engendraron para el juego arriesgado y hermoso de la vida, para la tierra, el agua, el aire, el fuego. Los defraudé. No fui feliz. Cumplida no fue su joven voluntad. Mi mente se aplicó a las simétricas porfías del arte, que entreteje naderías. Me legaron valor. No fui valiente. No me abandona. Siempre está a mi lado La sombra de haber sido un desdichado. Oda al día feliz (Pablo Neruda) Esta vez dejadme ser feliz, nada ha pasado a nadie, no estoy en parte alguna, sucede solamente que soy feliz por los cuatro costados del corazón, andando, durmiendo o escribiendo. Qué voy a hacerle, soy feliz. Soy más innumerable que el pasto en las praderas, siento la piel como un árbol rugoso y el agua abajo, los pájaros arriba, el mar como un anillo en mi cintura, hecha de pan y piedra la tierra el aire canta como una guitarra. Tú a mi lado en la arena eres arena, tú cantas y eres canto, el mundo es hoy mi alma, canto y arena, el mundo es hoy tu boca, dejadme en tu boca y en la arena ser feliz, ser feliz porque si, porque respiro y porque tú respiras, ser feliz porque toco tu rodilla y es como si tocara la piel azul del cielo y su frescura. Hoy dejadme a mí solo ser feliz, con todos o sin todos, ser feliz con el pasto y la arena, ser feliz con el aire y la tierra, ser feliz, contigo, con tu boca, ser feliz. Muere lentamente (Martha Medeiros) Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo. Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar. Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no se atreve a cambiar el color de su vestimenta o bien no conversa con quien no conoce. Muere lentamente quien evita una pasión y su remolino de emociones, justamente estas que regresan el brillo a los ojos y restauran los corazones destrozados. Muere lentamente quien no gira el volante cuando esta infeliz con su trabajo, o su amor, quien no arriesga lo cierto ni lo incierto para ir detrás de un sueño quien no se permite, ni siquiera una vez en su vida, huir de los consejos sensatos… ¡Vive hoy! ¡Arriesga hoy! ¡Hazlo hoy! ¡No te dejes morir lentamente! ¡No te impidas ser feliz! XXVI – ¡Aleluya! (Rubén Darío) Rosas rosadas y blancas, ramas verdes, corolas frescas y frescos ramos, Alegría! Nidos en los tibios árboles, huevos en los tibios nidos, dulzura, Alegría! El beso de esa muchacha rubia, y el de esa morena, y el de esa negra, Alegría! Y el vientre de esa pequeña de quince años, y sus brazos armoniosos, Alegría! Y el aliento de la selva virgen, y el de las vírgenes hembras, y las dulces rimas de la Aurora, Alegría, Alegría, Alegría! La felicidad (Manuel Acuña) Un cielo azul de estrellas brillando en la inmensidad; un pájaro enamorado cantando en el forestal; por ambiente los aromas del jardín y el azahar; junto a nosotros el agua brotando del manantial nuestros corazones cerca, nuestros labios mucho más, tú levantándote al cielo y yo siguiéndote allá, ese es el amor mi vida, ¡Esa es la felicidad!… Cruza con las mismas alas los mundos de lo ideal; apurar todos los goces, y todo el bien apurar; de lo sueños y la dicha volver a la realidad, despertando entre las flores de un césped primaveral; los dos mirándonos mucho, los dos besándonos más, ese es el amor, mi vida, ¡Esa es la felicidad…! El remordimiento (Jorge Luis Borges) He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz. Que los glaciares del olvido me arrastren y me pierdan, despiadados. Mis padres me engendraron para el juego arriesgado y hermoso de la vida, para la tierra, el agua, el aire, el fuego. Los defraudé. No fui feliz. Cumplida no fue su joven voluntad. Mi mente se aplicó a las simétricas porfías del arte, que entreteje naderías. Me legaron valor. No fui valiente. No me abandona. Siempre está a mi lado La sombra de haber sido un desdichado. -Finjamos que soy feliz (Sor Juana Inés de la Cruz) Finjamos que soy feliz, triste pensamiento, un rato; quizá prodréis persuadirme, aunque yo sé lo contrario, que pues sólo en la aprehensión dicen que estriban los daños, si os imagináis dichoso no seréis tan desdichado. Sírvame el entendimiento alguna vez de descanso, y no siempre esté el ingenio con el provecho encontrado. Todo el mundo es opiniones de pareceres tan varios, que lo que el uno que es negro el otro prueba que es blanco. A unos sirve de atractivo lo que otro concibe enfado; y lo que éste por alivio, aquél tiene por trabajo. El que está triste, censura al alegre de liviano; y el que esta alegre se burla de ver al triste penando. Los dos filósofos griegos bien esta verdad probaron: pues lo que en el uno risa, causaba en el otro llanto. Célebre su oposición ha sido por siglos tantos, sin que cuál acertó, esté hasta agora averiguado. Antes, en sus dos banderas el mundo todo alistado, conforme el humor le dicta, sigue cada cual el bando. Uno dice que de risa sólo es digno el mundo vario; y otro, que sus infortunios son sólo para llorados. Para todo se halla prueba y razón en qué fundarlo; y no hay razón para nada, de haber razón para tanto. Todos son iguales jueces; y siendo iguales y varios, no hay quien pueda decidir cuál es lo más acertado. Pues, si no hay quien lo sentencie, ¿por qué pensáis, vos, errado, que os cometió Dios a vos la decisión de los casos? O ¿por qué, contra vos mismo, severamente inhumano, entre lo amargo y lo dulce, queréis elegir lo amargo? Si es mío mi entendimiento, ¿por qué siempre he de encontrarlo tan torpe para el alivio, tan agudo para el daño? El discurso es un acero que sirve para ambos cabos: de dar muerte, por la punta, por el pomo, de resguardo. Si vos, sabiendo el peligro queréis por la punta usarlo, ¿qué culpa tiene el acero del mal uso de la mano? No es saber, saber hacer discursos sutiles, vanos; que el saber consiste sólo en elegir lo más sano. Especular las desdichas y examinar los presagios, sólo sirve de que el mal crezca con anticiparlo. En los trabajos futuros, la atención, sutilizando, más formidable que el riesgo suele fingir el amago. Qué feliz es la ignorancia del que, indoctamente sabio, halla de lo que padece, en lo que ignora, sagrado! No siempre suben seguros vuelos del ingenio osados, que buscan trono en el fuego y hallan sepulcro en el llanto. También es vicio el saber, que si no se va atajando, cuando menos se conoce es más nocivo el estrago; y si el vuelo no le abaten, en sutilezas cebado, por cuidar de lo curioso olvida lo necesario. Si culta mano no impide crecer al árbol copado, quita la sustancia al fruto la locura de los ramos. Si andar a nave ligera no estorba lastre pesado, sirve el vuelo de que sea el precipicio más alto. En amenidad inútil, ¿qué importa al florido campo, si no halla fruto el otoño, que ostente flores el mayo? ¿De qué sirve al ingenio el producir muchos partos, si a la multitud se sigue el malogro de abortarlos? Y a esta desdicha por fuerza ha de seguirse el fracaso de quedar el que produce, si no muerto, lastimado. El ingenio es como el fuego, que, con la materia ingrato, tanto la consume más cuando él se ostenta más claro. Es de su propio Señor tan rebelado vasallo, que convierte en sus ofensas las armas de su resguardo. Este pésimo ejercicio, este duro afán pesado, a los ojos de los hombres dio Dios para ejercitarlos. ¿Qué loca ambición nos lleva de nosotros olvidados? Si es para vivir tan poco, ¿de qué sirve saber tanto? ¡Oh, si como hay de saber, hubiera algún seminario o escuela donde a ignorar se enseñaran los trabajos! ¡Qué felizmente viviera el que, flojamente cauto, burlara las amenazas del influjo de los astros! Aprendamos a ignorar, pensamiento, pues hallamos que cuanto añado al discurso, tanto le usurpo a los años. Canción primaveral (Federico García Lorca) I Salen los niños alegres De la escuela, Poniendo en el aire tibio Del abril, canciones tiernas. ¡Que alegría tiene el hondo Silencio de la calleja! Un silencio hecho pedazos por risas de plata nueva. II Voy camino de la tarde Entre flores de la huerta, Dejando sobre el camino El agua de mi tristeza. En el monte solitario Un cementerio de aldea Parece un campo sembrado Con granos de calaveras. Y han florecido cipreses Como gigantes cabezas Que con órbitas vacías Y verdosas cabelleras Pensativos y dolientes El horizonte contemplan. ¡Abril divino, que vienes Cargado de sol y esencias Llena con nidos de oro Las floridas calaveras! Me dijo una tarde (Antonio Machado) Me dijo una tarde de la primavera: Si buscas caminos en flor en la tierra, mata tus palabras y oye tu alma vieja. Que el mismo albo lino que te vista sea tu traje de duelo, tu traje de fiesta. Ama tu alegría y ama tu tristeza, si buscas caminos en flor en la tierra. Respondí a la tarde de la primavera: —Tú has dicho el secreto que en mi alma reza: yo odio la alegría por odio a la pena. Mas antes que pise tu florida senda, quisiera traerte muerta mi alma vieja. En ti encerré mis horas de alegría (José Martí) En ti encerré mis horas de alegría Y de amargo dolor; Permite al menos que en tus horas deje Mi alma con mi adiós. Voy a una casa inmensa en que me han dicho Que es la vida expirar. La patria allí me lleva. Por la patria, Morir es gozar más. Poema perdido en pocos versos (Julia de Burgos) ¡Y si dijeran que soy como devastado crepúsculo donde ya las tristezas se durmieron! Sencillo espejo donde recojo el mundo. Donde enternezco soledades con mi mano feliz. Han llegado mis puertos idos tras de los barcos como queriendo huir de su nostalgia. Han vuelto a mi destello las lunas apagadas que dejé con mi nombre vociferando duelos hasta que fueran mías todas las sombras mudas. Han vuelto mis pupilas amarradas al sol de su amor alba. ¡Oh amor entretenido en astros y palomas, cómo el rocío feliz cruzas mi alma! ¡Feliz! ¡Feliz! ¡Feliz! Agigantada en cósmicas gravitaciones ágiles, sin reflexión ni nada… -Locus amoenus (Garcilaso de la Vega) Corrientes aguas puras, cristalinas, árboles que os estáis mirando en ellas, verde prado de fresca sombra lleno, aves que aquí sembráis vuestras querellas, hiedra que por los árboles caminas, torciendo el paso por su verde seno: yo me vi tan ajeno del grave mal que siento que de puro contento con vuestra soledad me recreaba, donde con dulce sueño reposaba, o con el pensamiento discurría por donde no hallaba sino memorias llenas de alegría. ¿Son todos felices? (Luis Cernuda) El honor de vivir con honor gloriosamente, El patriotismo hacia la patria sin nombre, El sacrificio, el deber de labios amarillos, No valen un hierro devorando Poco a poco algún cuerpo triste a causa de ellos mismos. Abajo pues la virtud, el orden, la miseria; Abajo todo, todo, excepto la derrota, Derrota hasta los dientes, hasta ese espacio helado De una cabeza abierta en dos a través de soledades, Sabiendo nada más que vivir es estar a solas con la muerte. Ni siquiera esperar ese pájaro con brazos de mujer, Con voz de hombre, oscurecida deliciosamente, Porque un pájaro, aunque sea enamorado, No merece aguardarle, como cualquier monarca Aguarda que las torres maduren hasta frutos podridos. Gritemos sólo, Gritemos a un ala enteramente, Para hundir tantos cielos, Tocando entonces soledades con mano disecada. Palabras para Julia (José Agustín Goytosolo) Tú no puedes volver atrás porque la vida ya te empuja como un aullido interminable. Hija mía es mejor vivir con la alegría de los hombres que llorar ante el muro ciego. Te sentirás acorralada te sentirás perdida o sola tal vez querrás no haber nacido. Yo sé muy bien que te dirán que la vida no tiene objeto que es un asunto desgraciado. Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso. La vida es bella, ya verás como a pesar de los pesares tendrás amigos, tendrás amor. Un hombre solo, una mujer así tomados, de uno en uno son como polvo, no son nada. Pero yo cuando te hablo a ti cuando te escribo estas palabras pienso también en otra gente. Tu destino está en los demás tu futuro es tu propia vida tu dignidad es la de todos. Otros esperan que resistas que les ayude tu alegría tu canción entre sus canciones. Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso. Nunca te entregues ni te apartes junto al camino, nunca digas no puedo más y aquí me quedo. La vida es bella, tú verás como a pesar de los pesares tendrás amor, tendrás amigos. Por lo demás no hay elección y este mundo tal como es será todo tu patrimonio. Perdóname no sé decirte nada más pero tú comprende que yo aún estoy en el camino. Y siempre siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso Al olmo seco (Antonio Machado) Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido. ¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento. No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores. Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas. Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta; antes que rojo en el hogar, mañana, ardas de alguna mísera caseta, al borde de un camino; antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas; antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas, olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera. Las doce en el reloj (Jorge Guillén) Dije: Todo ya pleno. Un álamo vibró. Las hojas plateadas Sonaron con amor. Los verdes eran grises, El amor era sol. Entonces, mediodía, Un pájaro sumió Su cantar en el viento Con tal adoración Que se sintió cantada Bajo el viento la flor Crecida entre las mieses, Más altas. Era yo, Centro en aquel instante De tanto alrededor, Quien lo veía todo Completo para un dios. Dije: Todo, completo. ¡Las doce en el reloj! La voz (Herberto Padilla) No es la guitarra lo que alegra o ahuyenta el miedo en la medianoche No es su bordón redondo y manso como el ojo de un buey No es la mano que roza o se aferra a las cuerdas buscando los sonidos sino la voz humana cuando canta y propaga los ensueños del hombre. En este momento (Walt Whitman) En este momento, sentado a solas, anhelante y pensativo, Me parece que en otras tierras hay otros hombres también anhelantes y pensativos, Me parece que puedo mirar más lejos aún y divisarlos en Germania, Italia, Francia, España, Y lejos, más todavía, en China, o en Rusia, o en Japón, hablando otros dialectos, Y pienso que si me fuera posible conocer a estos hombres con ellos me uniría, tal como lo hago con los hombres de mi propia tierra, ¡Oh! Yo comprendo que nos convertiríamos en hermanos y amantes, Yo sé que llegaría a ser feliz con ellos. La belleza (Herman Hesse) La mitad de la belleza depende del paisaje; y la otra mitad de la persona que la mira… Los más brillantes amaneceres; los más románticos atardeceres; los paraísos más increíbles; se pueden encontrar siempre en el rostro de las personas queridas. Cuando no hay lagos más claros y profundos que sus ojos; cuando no hay grutas de las maravillas comparables con su boca; cuando no hay lluvia que supere a su llanto; ni sol que brille más que su sonrisa…… La belleza no hace feliz al que la posee; sino a quien puede amarla y adorarla. Por eso es tan lindo mirarse cuando esos rostros se convierten en nuestros paisajes favoritos…. LXVII (Gustavo Adolfo Bécquer) Qué hermoso es ver el día coronado de fuego levantarse, y a su beso de lumbre brillar las olas y encenderse el aire! ¡Qué hermoso es tras la lluvia del triste Otoño en la azulada tarde, de las húmedas flores el perfume aspirar hasta saciarse! ¡Qué hermoso es cuando en copos la blanca nieve silenciosa cae, de las inquietas llamas ver las rojizas lenguas agitarse! ¡Qué hermoso es cuando hay sueño dormir bien… y roncar como un sochantre… y comer… y engordar… ¡y qué fortuna que esto sólo no baste! Corría el aire puro (Ricardo Peña) Corría el aire puro por mis cabellos negros. Mi sueño blaríco era un pétalo finísimo. Un ópalo que el aire besaba con delicia. Qué bien que olían campo el mar, la leve brisa. Ciudad del paraíso, a mi ciudad de Málaga (Vicente Aleixandre) Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos. Colgada del imponente monte, apenas detenida en tu vertical caída a las ondas azules, pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas, intermedia en los aires, como si una mano dichosa te hubiera retenido, un momento de gloria, antes de hundirte para siempre en las olas amantes. Pero tú duras, nunca desciendes, y el mar suspira o brama por ti, ciudad de mis días alegres, ciudad madre y blanquísima donde viví y recuerdo, angélica ciudad que, más alta que el mar, presides sus espumas. Calles apenas, leves, musicales. Jardines donde flores tropicales elevan sus juveniles palmas gruesas. Palmas de luz que sobre las cabezas, aladas, mecen el brillo de la brisa y suspenden por un instante labios celestiales que cruzan con destino a las islas remotísimas, mágicas, que allá en el azul índigo, libertadas, navegan. Allí también viví, allí, ciudad graciosa, ciudad honda. Allí, donde los jóvenes resbalan sobre la piedra amable, y donde las rutilantes paredes besan siempre a quienes siempre cruzan, hervidores, en brillos. Allí fui conducido por una mano materna. Acaso de una reja florida una guitarra triste cantaba la súbita canción suspendida en el tiempo; quieta la noche, más quieto el amante, bajo la luna eterna que instantánea transcurre. Un soplo de eternidad pudo destruirte, ciudad prodigiosa, momento que en la mente de un Dios emergiste. Los hombres por un sueño vivieron, no vivieron, eternamente fúlgidos como un soplo divino. Jardines, flores. Mar alentando como un brazo que anhela a la ciudad voladora entre monte y abismo, blanca en los aires, con calidad de pájaro suspenso que nunca arriba. ¡Oh ciudad no en la tierra! Por aquella mano materna fui llevado ligero por tus calles inerávidas. Pie desnudo en el día. Píe desnudo en la noche. Luna grande. Sol puro. Allí el cielo eras tú, ciudad que en él morabas. Ciudad que en él volabas con tus alas abiertas. Oltre la spera (Dante Alighieri) Allende el orbe de rodar más lento llega el suspiro que mi pecho exhala: nuevo intelecto con que Amor escala célica altura en alas del lamento. Cuando alcanza la cima de su intento ve la Mujer que otra ninguna iguala por su esplendor: a quien todo señala de Amor para el más alto rendimiento. Viéndola así, con voz sutil, ardiente, Amor le habla al corazón doliente que lo interroga y no comprende nada. Soy yo quien me hablo a mí y ante la bella membranza de Beatriz, todo destella y lo entiende mi mente iluminada. Soy vertical (Sylvia Plath) Soy vertical. Pero preferiría ser horizontal. No soy un árbol con las raíces en la tierra absorbiendo minerales y amor materno para que cada marzo florezcan las hojas, ni soy la belleza del jardín de llamativos colores que atrae exclamaciones de admiración ignorando que pronto perderá sus pétalos. Comparado conmigo, un árbol es inmortal y una flor, aunque no tan alta, es más llamativa, y quiero la longevidad de uno y la valentía de la otra. Esta noche, bajo la luz infinitesimal de las estrellas, los árboles y las flores han derramado sus olores frescos. Camino entre ellos, pero no se dan cuenta. A veces pienso que cuando estoy durmiendo me debo parecer a ellos a la perfección, oscurecidos ya los pensamientos. Para mí es más natural estar tendida. Es entonces cuando el cielo y yo conversamos con libertad, y así seré útil cuando al fin me tienda: entonces los árboles podrán tocarme por una vez, y las flores tendrán tiempo para mí. Placer (Charlotte Brõnte) El Placer verdadero no se respira en la ciudad, Ni en los templos donde el Arte habita, Tampoco en palacios y torres donde La voz de la Grandeza se agita. No. Busca dónde la Alta Naturaleza sostiene Su corte entre majestuosas arboledas, Donde Ella desata todas sus riquezas, Moviéndose en fresca belleza; Dónde miles de aves con las más dulces voces, Dónde brama la salvaje tormenta Y miles de arroyos se deslizan suaves, Allí se forma su concierto poderoso. Ve hacia donde el bosque envuelto sueña, Bañado por la pálida luz de la luna, Hacia la bóveda de ramas que acunan Los sonidos huecos de la Noche. Ve hacia donde el inspirado ruiseñor Arranca vibraciones con su canción, Hasta que todo el solitario y quieto valle Suene como una sinfonía circular. Ve, siéntate en una saliente de la montaña Y mira el mundo a tu alrededor; Las colinas y las hondonadas, El sonido de las quebradas, El lejano horizonte atado. Luego mira el amplio cielo sobre tu cabeza, La inmóvil, profunda bóveda de azul, El sol que arroja sus rayos dorados, Las nubes como perlas de azur. Y mientras tu mirada se pose en esta vasta escena Tus pensamientos ciertamente viajarán lejos, Aunque ignotos años deberían atravesar entre Los veloces y fugaces momentos del Tiempo. Hacia la edad dónde la Tierra era joven, Cuando los Padres, grises y viejos, Alabaron a su Dios con una canción, Escuchando en silencio su misericordia. Los verás con sus barbas de nieve, Con ropas de amplias formas, Sus vidas pacíficas, flotando gentilmente, Rara vez sintieron la pasión de la tormenta. Luego un tranquilo, solemne placer penetrará En lo más íntimo de tu mente; En esa delicada aura tu espíritu sentirá Una nueva y silenciosa suavidad. En mi jardín avanza un pájaro (Emily Dickinson) En mi jardín avanza un pájaro sobre una rueda con rayos- de música persistente como un molino vagabundo- jamás se demora sobre la rosa madura- prueba sin posarse elogia al partir, cuando probó todos los sabores- su cabriolé mágico va a remolinear en lontananzas- entonces me acerco a mi perro, y los dos nos preguntamos si nuestra visión fue real- o si habríamos soñado el jardín y esas curiosidades- ¡pero él, por ser más lógico, señala a mis torpes ojos- las vibrantes flores! ¡Sutil respuesta! Las campanas doblan por ti (John Donne) ¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece? ¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla? ¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe? ¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo? Ningún hombre es una isla entera por sí mismo. Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti. Quédate cerca de mi corazón (Rumi) Mi corazón, quédate cerca al que conoce tus caminos Ven bajo la sombra del árbol que conforta con flores frescas, No pasees despreocupadamente por el bazar de los perfumeros, Quédate en la tienda del azucarero. De no encontrar el verdadero equilibrio, cualquiera puede engañarte: Cualquiera puede adornar algo hecho de paja Y hacerte tomarlo por oro. No te inclines con un tazón ante cualquier olla hirviendo En cada olla sobre el fogón, encontrarás cosas muy diversas: No en todas las cañas hay azúcar, no en todos los abismos hay cimas; No todos los ojos pueden ver, no en todos los mares abundan perlas. ¡Ay ruiseñor, con tu voz de miel oscura! ¡Sigue lamentándote! ¡Sólo tu éxtasis puede penetrar en el duro corazón de la roca! ¡Ríndete y si el Amigo no te acoge, Sabrás que tu interior se está revelando como un hilo ¡Que no quiere pasar por el ojo de una aguja! ¡El corazón despierto es una lámpara, protégela con la basta de tu manto! Apresúrate y escapa este viento porque el clima es adverso. Y cuando hayas escapado, llegarás a una fuente Y allí encontrarás un Amigo que siempre nutrirá tu alma Y con tu alma siempre fértil, te convertirás en un gran árbol que crece interiormente Dando dulce fruto por siempre. Yo canto para mí mismo (Walt Whitman) Yo canto para mí, una simple y aislada persona, Sin embargo pronuncio la palabra democracia, la palabra Masa. Canto al organismo humano de pies a cabeza, No son la fisonomía sola ni solo el cerebro los motivos únicos de mi Musa, Yo digo que la Forma completa es la digna, Y canto a la mujer lo mismo que canto al Macho. La Vida inmensa en pasión, pulso, poder, La vida feliz, formada en la más libre acción, bajo el imperio de las leyes divinas Canto al hombre Moderno. Piedritas en la ventana (Mario Benedetti) De vez en cuando la alegría tira piedritas contra mi ventana. Quiere avisarme que está ahí esperando, pero me siento calmo casi diría ecuánime. Voy a guardar la angustia en un escondite y luego a tenderme cara al techo, que es una posición gallarda y cómoda para filtrar noticias y creerlas. Quién sabe dónde quedan mis próximas huellas ni cuándo mi historia va a ser computada, quién sabe qué consejos voy a inventar aún y qué atajo hallaré para no seguirlos. Está bien no jugaré al desahucio, no tatuaré el recuerdo con olvidos, mucho queda por decir y callar y también quedan uvas para llenar la boca. Está bien me doy por persuadido que la alegría no tire más piedritas, abriré la ventana, abriré la ventana.

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